¿Cerdocracia?; ¡No, gracias!

Por el incómodo privilegio de la edad viví el llamado período de la Transición “democrática” española siendo ya una persona adulta y madura. En aquella época ya fui muy consciente de ciertos síntomas que no me gustaron y que, por desgracia, se confirmaron más tarde desembocando en la situación en la que nos encontramos ahora. Por aquel entonces yo ya bombardeaba y mis amistades decían que era un agorero y me acabaron poniendo el mote del “Pere Punyetes”.Para este artículo de opinión no es mi intención el hacer un exhaustivo análisis histórico y sociológico de las claves y consecuencias de la mal llamada transición. Palabra con la que casi todo el mundo se llena la boca pero que casi nadie sabe a ciencia cierta lo que significa. Les recordaré a mis potenciales lectores que susodicho término procede del latín: “Transitare”. En términos sencillos os diré que significa ir de un lugar a otro. Con lo cual la pregunta del millón sería: ¿Hacia dónde hemos “transitado”?. En este artículo de opinión vamos a intentar responder a esta inquietante pregunta.

Pero para poder empezar a responder a la mencionada pregunta deberíamos primero formular otra: ¿Estamos viviendo en una verdadera democracia? sea lo que sea lo que eso signifique. Casi todo el mundo se llena la boca con la palabra democracia. Y tal como mis sagaces lectores ya habrán adivinado también casi nadie sabe lo que este término significa. Así que empezaremos diciendo que viene del griego y que significa “gobierno del pueblo”. Queda por ver si realmente se trata de un gobierno del pueblo. Yo mas bien diría que no. Ahí está la realidad del día a día para confirmarlo. La triste realidad es que estamos viviendo una ficción que ya dura cuatro décadas y que hace aguas por todas partes. Resulta del todo insostenible el hecho de seguir manteniendo esta ridícula ficción que no conduce a nada. Lo máximo que podemos llegar a decir es que se trata de una democracia formal pero no real. Todas las principales decisiones no las toma el pueblo, ni siquiera los políticos, sino unas minorías de poderes fácticos económicos y financieros. Todos los demás tan solo somos sujetos pasivos de las decisiones que toman ellos.

Para poder comprender la situación a la que hemos llegado en clave interna, primero debemos atenernos a los verdadero hechos en el ámbito internacional. Examinemos en términos objetivos cuál es la situación económica y financiera de este mundo globalizado del actual siglo XXI en el que ahora estamos inmersos viviendo. En el momento presente la población mundial está formada por unos 7.300 millones de habitantes que, en escasos años, llegarán a los 10.000. Habitamos y mal vivimos en un mundo superpoblado donde apenas un uno por ciento de la población dispone del 90% de la riqueza global y de los recursos económicos, financieros y energéticos. En cuanto al resto del 99% de la gran mayoría de la población mundial les toca repartirse los pastelitos pequeños y las migas del 10% de todo lo que queda. Con el agravante de que tan solo una franja minoritaria de ese 99% está compuesto por las clases medias, que tienden a disminuir y a desaparecer. La gran mayoría restante la componen los trabajadores y los pobres. Estos últimos van de la pobreza relativa a la pobreza extrema. En esta población de 7.300 millones de habitantes encontramos, por lo tanto, 73 millones de multimillonarios y de 227 millones de miembros de las clases medias que se encuentran totalmente rodeados por una gran masa compuesta de unos 7.000 millones de trabajadores y de pobres en diferentes grados.

Con lo que debemos formular la siguiente pregunta: ¿Cómo se conforma la gran mayoría a la hora de aceptar esta desigual situación?. Para esa pregunta tan solo existe una única respuesta posible. Es mediante el uso masivo de la publicidad comercial y la propaganda política, la manipulación y el control absoluto de los medios de comunicación (“Mas Media”) y de la prensa escrita y la invasión a la privacidad mediante el espionaje policial y el control informático. El Sistema establecido utiliza muy eficazmente todos estos medios modernos para conseguir un claro objetivo: ejercer el control de las masas y obtener la manipulación de las mentes y voluntades para así poder asegurar los privilegios de esa minoría del 1% de la humanidad. Al otro 99% de la población terrestre no le queda otro remedio que el de conformarse con trabajos alienantes, aburridos y repetitivos (en el mejor de los casos). Y en el peor, los más desafortunados, deben aceptar su condición de pobreza y sufrirla en silencio sin plantear rebeliones ni revoluciones de ningún tipo. Distribuir salarios de mil eurista (o de menos) y pensiones de miseria es lo único que el Sistema tiene programado a una escala global para los mas “afortunados” del resto de los mortales.

La situación económica y financiera internacional que hemos descrito, en términos generales, en los dos párrafos anteriores también es aplicable de forma proporcional a la realidad de España. Consideremos el ejemplo concreto de la ciudad de Barcelona donde estudios económicos recientes han demostrado de forma irrefutable que en los barrios altos de la ciudad la renta per cápita media es 16 veces más alta que en los barrios periféricos y marginales. Una desigualdad flagrante dentro de un mismo espacio urbano, sin tener que viajar a ningún país del llamado “Tercer mundo”. ¡Menuda “Democracia”!. Por mi ya se la pueden confitar y meter donde mejor les quepa. O por lo menos, para suavizar un poco el comentario, podría llegar a decir que lo que a mí me gustaría es poder disfrutar del tipo de democracia que tienen los más privilegiados. Y todo esto por no hablar de la especulación inmobiliaria ¡Casi nos olvidamos de ella!.

En un país donde familias enteras con hijos pequeños están siendo expulsados de sus casos por los terroristas y criminales de guante blanco que se hacen llamar banqueros. Muchos de ellos sin obtener una alternativa de vivienda. Sin olvidar tampoco que cada día es más frecuente ver indigentes y sin techo durmiendo en las calles de nuestras “democráticas” grandes ciudades y ver muchas más colas de gente en los comedores sociales que en las galerías comerciales y grandes superficies. También cada día es más frecuente ver a músicos tocando en el interior de los vagones del metro. Eso no es otra cosa que publicidad encubierta. Ahí tenemos algunos ejemplos más de “democracia”. Y yo lo que digo es que a palabras necias oídos sordos y ¿Cerdocracia?; ¡No, gracias!.

Vamos a dedicar el apartado final de este artículo de opinión para hablar de nuestros “amigos” los políticos. En primer lugar deberíamos preguntarnos: ¿qué podemos decir de ellos que ya no se haya dicho?. Aparte del hecho evidente de que son la peor porquería humana que el mundo ha visto jamás.Todos los políticos son unos ladrones, unos mentirosos y unos manipuladores de la peor ralea. Aparecen ante las cámaras y la opinión pública como si ellos fueran la fuente de toda sabiduría y que tuvieran la capacidad de resolver todos los problemas del país. En realidad, lo que tienen todos ellos es un problema para cada solución.

Las citas literarias y filosóficas con que se llenan la boca no son de ellos. Pertenecen a autores de renombre que ellos han consultado de segundas y terceras fuentes. Las propuestas económicas y financieras que ellos proponen tampoco se les ha ocurrido a ellos. Proceden de prestigiosos economistas y expertos financieros a los que los políticos fusilan sus mejores ideas y tratan de presentarlas como si fueran suyas. Nuestros políticos solo son expertos en estulticia humana. Son tan cínicos que incluso han llegado a decir que es gracias a ellos que tenemos la libertad y disfrutamos de la “Democracia”. ¡Ya les vale!

Para acabar consideremos el triste espectáculo que ha dado el Rey Emérito tanto de latrocinio económico como de escándalo social con sus otoñales amoríos con la mal llamada “Princesa” Corina. Si a todo esto lo quieren hacer pasar por una “Democracia consolidada” yo lo que digo para concluir es: ¿Cerdocracia?; ¡No, gracias!.


Del libro: Crónicas de un autodidacta inconformista.
Autor: Pere Bases.
Edita: Creatius SE7. Primera edición: Agosto 2022.

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Ricard Teixidó
Ricard Teixidó

No diguis blat fins que no el tinguis al sac i ben lligat.

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