Debut direccional
El conocido actor Mario Casas, se lanza a la dirección y se pone tras la cámara para dirigir una historia escrita por él mismo y por Déborah François.
No es una película autobiográfica, es un largometraje de 102 minutos sin errores, con una energía visual y sonora llena de contemporaneidad, en un estimable debut.

Mi soledad tiene alas, narra la historia de Dan (Óscar Casas) y sus dos amigos, Vio (Candela González) y Reno (Farid Bechara), que viven en un barrio humilde en las afueras de Barcelona. Disfrutan del hoy sin pensar en el mañana, rodeados de grafitis, tabaco, cervezas y pobreza.
La película destila aires de “Perros Callejeros”, sobre todo al principio, apoyado en su excelente banda sonora y el tema “Mi cobardía” de Chiquetete.

Ya conocíamos el talento del hermano de Mario Casas, Óscar en trabajos cómo “El sueño de Iván” o “Xtremo”, pero es realmente maravilloso ver actuar a esta desconocida Candela González, que llena la pantalla cada vez que aparece en el film y que tiene un futuro muy prometedor.
En el film, se puede disfrutar del talento del personaje de Dan, ese arte callejero que le ayuda a desconectar de su horror, que le proporciona un padre (Fran Boira) cada vez que aparece es para humillar a su hijo.
Sobrevivir, lograr sueños aunque tengas que huir de tus raíces, en definitiva esta película intenta ensañarte a subsistir en esa fina línea que separa la legalidad de la ilegalidad.
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